Construcción paralizada: reglas urbanas y costos frenan el desarrollo en Rosario

La actividad constructiva en Rosario muestra señales alarmantes de retracción. Según datos oficiales y el análisis de la Cámara Argentina de la Construcción (CAC), la ciudad edifica hoy menos de la mitad que hace dos décadas, y un 30% menos que en 2021. El freno en la construcción residencial es particularmente marcado y preocupa tanto a desarrolladores como a gremios del sector.

En abril, el municipio otorgó 76 permisos de edificación, una leve suba respecto a marzo (71), pero por debajo de los promedios históricos. La superficie autorizada sí mostró un repunte: pasó de 13.000 a 27.500 metros cuadrados. Sin embargo, el dato relevante es que ese crecimiento se explica exclusivamente por proyectos de uso no residencial: industrias, comercios y desarrollos corporativos.

Esto refleja una realidad doble: mientras los grandes jugadores del mercado aún mantienen capacidad de inversión, la construcción residencial y particular sigue en caída libre.

“La tendencia es clara: año tras año se reducen los permisos y los metros cuadrados habilitados. Estamos construyendo cada vez menos, y eso golpea al empleo y al desarrollo urbano”, alertó Rubén Llenas, gerente de la CAC Rosario.


La estadística, en retroceso

Los números hablan por sí solos. En 2007, Rosario registraba 1.180 permisos de obras nuevas, que implicaban casi 900.000 m² a construir. En 2024, esas cifras se redujeron a 282 permisos y 387.000 m². La caída interanual, hasta abril de este año, es del 37,9%. Comparado con 2019, hoy se construye apenas el 44% de lo que se autorizaba entonces.

Más preocupante aún es el perfil de las obras: la mayoría son emprendimientos no residenciales. Solo el 34% de la superficie aprobada en abril corresponde a viviendas, lo que confirma una tendencia regresiva en la construcción particular, históricamente el principal motor del sector.


Dos frenos de peso: normativa y costos

El retroceso tiene múltiples causas. Una de las principales, según la CAC, es el Código Urbano aprobado en 2009, que redujo la altura máxima permitida para los edificios en muchos sectores de la ciudad. “Donde antes se podían hacer diez pisos, ahora solo se autorizan siete. Eso impacta directamente en la rentabilidad de los proyectos”, explicó Llenas.

La otra gran traba es el aumento sostenido de los costos, muchas veces por encima de la inflación. “Hay insumos que subieron hasta un 50% en pocas semanas, sin que haya razones claras. Y lo más grave es que el mercado no acepta esos precios, por lo que muchos desarrollos quedan congelados o directamente se descartan”, señaló el dirigente.


Una industria en pausa

En el contexto económico actual, con inflación persistente, dificultades para acceder al crédito y escasa previsibilidad, la construcción privada enfrenta un escenario complicado. “Las obras avanzan más lento, hay menos personal ocupado y muchos proyectos se guardan a la espera de tiempos mejores”, resumió Llenas.

Los números lo confirman. La construcción, que históricamente ha sido un motor del empleo en Rosario, pierde terreno mes a mes. Mientras tanto, los permisos se concentran en sectores con mayor espalda financiera, y el desarrollo urbano pierde dinamismo.


Sin perspectivas de repunte inmediato

Por ahora, no hay señales concretas de que la tendencia pueda revertirse en el corto plazo. Desde el sector privado piden revisar el marco regulatorio para incentivar nuevos desarrollos, y mejorar las condiciones económicas para reactivar la inversión.

Mientras tanto, Rosario sigue edificando menos, y la brecha entre lo que se construía y lo que se construye hoy no para de crecer.