La presentación del balance anual del Banco Central de la República Argentina (BCRA) generó una fuerte controversia tras revelarse que no hay mención alguna sobre los lingotes de oro que, hasta el inicio de la actual gestión, formaban parte de sus reservas. El faltante de ese activo estratégico reavivó las sospechas sobre el destino final del metal, que habría salido del país en vuelos comerciales con rumbo aún incierto.
Según se desprende del documento oficial publicado por la autoridad monetaria, los activos en oro no están consignados ni en los estados contables, ni en las notas explicativas ni en los informes complementarios. Esto encendió las alarmas en el sistema financiero y político, donde ya se habla de un «vacío de información inaceptable» respecto a un recurso considerado parte fundamental del respaldo económico del país.
“La ubicación del oro es una información clave. El Banco Central no puede ignorarla. Sería como si el Tesoro Nacional no informara en qué bancos tiene depositados sus fondos disponibles”, advirtió un alto directivo bancario, que pidió reserva de su identidad. Si bien algunos analistas especulan con que el metal podría haberse trasladado a depósitos en Basilea (Suiza) o en Londres, hasta el momento ni el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, ni el presidente del BCRA, Santiago Bausili, ofrecieron detalles concretos sobre su paradero.
El traslado del oro fue blanqueado por Caputo hace algunas semanas, pero desde entonces no se han difundido explicaciones oficiales sobre el tipo de operación realizada ni sobre el destino final del metal. Aunque no se exige una descripción detallada de eventuales operaciones de crédito o mecanismos financieros respaldados con oro —como podrían ser los «repos» o acuerdos de recompra—, se reclama al menos transparencia respecto a dónde se encuentra físicamente ese activo.
Desde el exterior también surgen cuestionamientos. Un técnico bancario radicado en Suiza advirtió que en el balance del BCRA se incluye un ítem relacionado con cobro de dividendos e intereses, pero que, según su interpretación, podría en realidad referirse a ingresos obtenidos a través de operaciones de «swap lines» con colateral en oro depositado en el Bank of England.
Mientras tanto, desde el Gobierno se destacó positivamente el resultado económico del balance. El secretario de Finanzas, Pablo Quirno, celebró en redes sociales los números: “El BCRA obtuvo una ganancia de $19,4 billones en el ejercicio 2024 y transfirió al Tesoro $11,7 billones que se destinarán exclusivamente al pago de deuda”.
Sin embargo, desde el sector financiero no tardaron en aparecer voces críticas. “Quirno no aclara que el 90% de esa ganancia proviene de intereses y amortizaciones de instrumentos ajustados por inflación”, señaló un operador del mercado, en referencia a la práctica de contabilizar como utilidades los intereses generados por la misma deuda emitida. En otras palabras, el Estado estaría utilizando ganancias derivadas del endeudamiento para cancelar vencimientos de deuda.
En paralelo, el Gobierno enfrenta dificultades para renovar vencimientos. En la última licitación, realizada este jueves, sólo logró colocar el 70% del monto requerido. “El giro de utilidades del BCRA al Tesoro ocurre justo cuando los depósitos del Tesoro comienzan a agotarse”, alertó el analista financiero Cristian Buteler. Para el economista Nicolás Gadano, se trata de una señal clara del regreso al financiamiento directo del fisco por parte del Banco Central.
El silencio oficial sobre la ubicación actual de las reservas en oro —estimadas en varios miles de millones de dólares— sigue alimentando interrogantes sobre la estrategia financiera del Gobierno, en un contexto de alta sensibilidad económica y creciente presión sobre las cuentas públicas.