Dicen que existe un hilo rojo que une a las personas destinadas a encontrarse. Quizás ese mismo lazo invisible haya conectado a Amparo y Myrna, dos madres separadas por kilómetros pero unidas por un mismo propósito: ofrecerles a sus hijos una oportunidad única de mejorar su calidad de vida.
Amparo vive en San Lorenzo, Santa Fe, y es mamá de Milo, un niño de 8 años con parálisis cerebral. Myrna, desde Chivilcoy, Buenos Aires, es madre de Juan Cruz, de 9, quien padece la misma condición. La diferencia entre ambos radica en un tratamiento revolucionario: Juan Cruz ya pasó por el NeuroCytotron, un resonador que, a través de radiaciones electromagnéticas, estimula la regeneración celular. Hoy, Amparo sueña con que su hijo pueda acceder a la misma terapia, que ha ganado notoriedad gracias a la película de Netflix Los dos hemisferios de Lucca.
La esperanza que nació del cine
El filme, basado en hechos reales, cuenta la historia de Lucca, hijo de la periodista argentina Bárbara Anderson, quien logró una mejoría notable tras someterse al tratamiento en India. La repercusión de la película encendió una luz de esperanza en Amparo, quien inmediatamente comenzó a investigar sobre el NeuroCytotron.
Tras enviar un correo con la historia de Milo, la familia recibió una respuesta que marcó un antes y un después: el niño era apto para el tratamiento y debía viajar a México el 6 de agosto para recibir su primera sesión. Pero un obstáculo se interponía en el camino: el dinero. La familia no cuenta con los recursos necesarios para costear el viaje, por lo que lanzaron una campaña solidaria con el objetivo de reunir los fondos necesarios.
El testimonio que lo cambió todo
En medio de su búsqueda, Amparo tuvo la oportunidad de conocer a Myrna a través de una entrevista en Radio 2. La madre de Juan Cruz le contó cómo logró llevar a su hijo a la India para someterse al tratamiento y la alentó a seguir adelante.
«¡Hola Amparo! Qué alegría escucharte con esa convicción. Te aseguro que tu hijo va a ser otro después del tratamiento», le dijo emocionada Myrna. «La esperanza está, pero también hay miedos porque es algo nuevo para nosotros», respondió Amparo, conmovida por la historia de su interlocutora.
Myrna relató cómo su vida cambió tras una casualidad increíble. Mientras pagaba en un supermercado, un hombre se le acercó, saludó a Juan Cruz y le dijo: “Si querés curar a tu hijo, tenés que llevarlo a la India”. A partir de ese momento, se inició una cadena de favores que la llevó a contactar a Bárbara Anderson, quien le compartió su experiencia con el NeuroCytotron y la inspiró a tomar la decisión de viajar.
La travesía no fue sencilla. Tras años de recaudar fondos y enfrentar dificultades, la familia logró concretar el viaje en plena pandemia. «Nos dijeron que no podíamos salir del país, que la visa era complicada, pero nada nos detuvo», recordó Myrna.
El milagro del Cytotron
El procedimiento comenzó con una resonancia para identificar las áreas cerebrales donde era necesario estimular la regeneración celular. Luego, Juan Cruz pasó 28 días dentro del resonador, una hora diaria.
Los cambios fueron asombrosos. “Dormía mejor, empezó a liberar las manos que antes tenía cerradas, su mirada cambió completamente. Antes parecía desconectado del mundo y, después del tratamiento, comenzó a fijar la vista, a sonreír y a interactuar con su entorno. Fue un milagro», relató Myrna con la voz quebrada por la emoción.
La historia de Juan Cruz se convirtió en la mayor inspiración para Amparo, quien ahora lucha por darle a Milo la misma oportunidad. Su familia sigue recaudando fondos para hacer posible el viaje a México y, como Myrna, confía en que una cadena de favores los ayude a alcanzar su meta.