Hermético operativo policial para el entierro de “Pillín” Bracamonte en una localidad secreta

En un clima de máxima tensión y secreto, el cuerpo de Andrés “Pillín” Bracamonte, de 53 años, fue trasladado bajo un operativo policial riguroso y reservado hacia un cementerio en una localidad vecina a Rosario. Las autoridades decidieron no divulgar el lugar de destino del exlíder de la barra, para prevenir posibles atentados y salvaguardar la seguridad del Grupo Táctico Multipropósito, encargado del traslado. En contraste, el entierro de Daniel Raúl “Rana” Attardo, otro barra asesinado en el mismo conflicto, se realizó de manera pública en el cementerio El Salvador de Rosario, luego de un velatorio en el macrocentro de la ciudad.

La autopsia de Bracamonte y las tensiones judiciales

El operativo de Bracamonte se llevó a cabo en horas de la noche, después de que su cuerpo permaneciera en el Instituto Médico Legal de Rosario. Allí, se le realizó una autopsia que reveló que “Pillín” sufrió cinco heridas de arma de fuego, detall que elevó las medidas de seguridad alrededor de su entierro. A diferencia de Attardo, cuyo sepelio fue público y contó con un cortejo que avanzó desde una sala velatoria ubicada en San Lorenzo y Riccheri, el proceso de Bracamonte enfrentó complicaciones.

La familia de Bracamonte había solicitado la cremación del cuerpo, pero la Justicia provincial denegó esta petición ante la posibilidad de que en el futuro sea necesaria una segunda autopsia para esclarecer las circunstancias exactas de su muerte. Finalmente, se autorizó su traslado a un cementerio, pero la ubicación fue mantenida en secreto por razones de seguridad.

Entierro de Attardo en el cementerio El Salvador y el despliegue de seguridad

El cuerpo de Attardo, por su parte, fue velado y trasladado al cementerio El Salvador en un operativo menos reservado pero de alto despliegue. Debido a los temores de posibles conflictos entre facciones de la barra y la magnitud del velatorio, la seguridad fue reforzada con la presencia de la Tropa de Operaciones Especiales (TOE), agentes de Gendarmería y el uso de un dron que sobrevoló el lugar para monitorear posibles incidentes.

Inicialmente, se esperaba que ambos cuerpos fueran enterrados en el mismo cementerio, lo cual había generado especulaciones de posibles enfrentamientos durante el sepelio. Por esta razón, las fuerzas de seguridad organizaron un importante operativo de vigilancia y contención en El Salvador, el cual finalmente solo fue necesario para el funeral de Attardo.

Escenario de incertidumbre y hermetismo

La decisión de mantener en secreto el lugar de descanso final de Bracamonte refleja la gravedad de la situación y los temores latentes de una escalada de violencia entre facciones rivales. La muerte de dos figuras emblemáticas del ámbito de las barras en Rosario, ambos con un historial extenso en el mundo de las hinchadas y el crimen organizado, deja un vacío que podría desencadenar conflictos internos y represalias.

Esta atmósfera de hermetismo en torno al caso es un reflejo del delicado momento que vive la ciudad en temas de seguridad, en el que la violencia de los grupos barrabravas se ha vuelto una preocupación creciente. Las autoridades, al elegir la discreción, parecen estar buscando evitar confrontaciones en una situación donde el equilibrio es frágil y el riesgo de escalada es alto.