Lo que debía ser una noche de fútbol en Rosario se convirtió en un escenario de tensión y violencia cuando las hinchadas de Boca Juniors y Gimnasia y Esgrima de La Plata protagonizaron incidentes en el estadio Coloso Marcelo Bielsa, durante el partido de cuartos de final de la Copa Argentina. El conflicto se desató justo antes del inicio del segundo tiempo, lo que obligó a retrasar el reinicio del juego.
La violencia comenzó en la tribuna norte, ocupada por hinchas del Lobo, cuando desde la platea doble, donde estaban los simpatizantes de Boca, volaron butacas y otros objetos. La situación escaló rápidamente cuando una parte de la barra brava de Boca, ubicada en la otra cabecera, violentó un portón y se dirigió hacia la escena del conflicto. A pesar de la intervención de la Policía de Santa Fe, que contaba con 678 agentes y 180 efectivos de seguridad privada, fue necesaria la intervención de Juan Román Riquelme, ídolo xeneize y actual vicepresidente del club, para calmar los ánimos.
Riquelme, la figura que detuvo la violencia
El momento más crítico de la noche ocurrió cuando la barra brava de Boca intentó invadir la zona de la platea, en un embate que fue contenido por las fuerzas policiales con escudos, gas pimienta y balas de goma. Sin embargo, lo que realmente logró aplacar la situación fue la intervención de Riquelme. El exfutbolista bajó de su palco y, con ademanes desesperados, se interpuso entre los hinchas y la policía, pidiendo que retrocedieran. Esta acción fue clave para evitar que los disturbios escalaran aún más. Junto a él, también se vio a los ex jugadores y ahora dirigentes de Boca, Marcelo Delgado y Raúl Cascini, quienes ayudaron a calmar los ánimos.
Poco después, la barra decidió regresar a su sector y el partido se reanudó, con Boca manteniendo su ventaja de 1-0 en ese momento. La intervención de Riquelme no solo evitó que la violencia continuara, sino que también permitió que el encuentro pudiera seguir su curso, aunque el ambiente en las tribunas quedó marcado por la tensión.
Daños materiales y preocupación en Newell’s Old Boys
El incidente dejó secuelas en el estadio Coloso Marcelo Bielsa, que pertenece a Newell’s Old Boys. Butacas rotas, daños en las instalaciones y un clima de preocupación se apoderaron del club rosarino, que deberá reparar todo lo vandalizado en tiempo récord. Esto se debe a que el próximo sábado, Newell’s jugará de local contra Sarmiento de Junín por la fecha 19 de la Liga Profesional, un compromiso que exige que el estadio esté en condiciones óptimas.
Horas después de los incidentes, la dirigencia de Newell’s emitió un comunicado dirigido a sus socios y simpatizantes para llevar tranquilidad. En el mensaje, el club aseguró que los daños materiales serán reparados por la organización de la Copa Argentina, una vez que se realicen las constataciones correspondientes del estado final de las tribunas y demás sectores afectados. La rápida respuesta de Newell’s refleja la preocupación del club por atender a sus socios y garantizar que el estadio esté listo para el próximo partido, en menos de tres días.
La logística del operativo y la respuesta de la Policía
El operativo de seguridad, que incluyó a 678 agentes de la Policía de Santa Fe y 180 efectivos de seguridad privada, fue un despliegue masivo en previsión de posibles incidentes, dado el peso de ambos clubes y sus hinchadas. A pesar de la magnitud del operativo, la violencia estalló en las tribunas, obligando a las fuerzas a intervenir con medidas drásticas como el uso de gas pimienta y balas de goma.
La rápida reacción policial evitó que la situación se desbordara por completo, pero no pudo impedir los destrozos materiales ni la tensión que se vivió en el estadio. Los organizadores del torneo y las autoridades de seguridad deberán analizar lo ocurrido para evitar que episodios similares se repitan en futuros encuentros.
Un nuevo llamado a la convivencia en el fútbol
Los incidentes en el Coloso Marcelo Bielsa reavivan el debate sobre la violencia en el fútbol argentino, un problema recurrente que parece no encontrar solución. A pesar de los esfuerzos por mejorar la seguridad en los estadios, los enfrentamientos entre hinchadas continúan siendo una preocupación latente.
La intervención de figuras como Riquelme demuestra que los ídolos del fútbol pueden tener un rol fundamental en desescalar situaciones violentas, pero también pone de relieve la necesidad de estrategias más efectivas por parte de las autoridades y los clubes para garantizar la seguridad de los asistentes.
Mientras tanto, el fútbol continúa, y tanto Boca como Gimnasia deberán enfocarse en lo que viene en la Copa Argentina, aunque el recuerdo de lo ocurrido en Rosario quedará como una mancha en una jornada que debía ser puramente deportiva.