Cada 24 de marzo, como parte del Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, miles de argentinos marchan por todo el país, recordando los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura militar y exigiendo justicia para las víctimas. Este día, que marca el aniversario del golpe de Estado de 1976, es una fecha en la que la memoria colectiva se reafirma para evitar que estos horrores se repitan. En este contexto, Matías Ayastuy se erige como una figura clave en la lucha por la justicia, la verdad y la restitución de identidad, no solo por su propia historia, sino también por su compromiso incansable con la memoria de los desaparecidos.
El plan sistemático de apropiación de bebés y niños durante la dictadura es uno de los crímenes más atroces cometidos por el régimen. Se estima que alrededor de 500 bebés fueron robados a sus padres en cautiverio, y de estos, 139 han recuperado su identidad gracias al trabajo de las Abuelas de Plaza de Mayo y la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi). El caso de Matías Ayastuy es un ejemplo emblemático de cómo, a pesar de la tragedia, la familia y la solidaridad logran recuperar una vida que estuvo a punto de perderse.
La historia de Matías Ayastuy: Resistencia y búsqueda
Matías Ayastuy nació en medio de una lucha política y social. Hijo de Marta Elsa Bugnone «la cristiana» y de Jorge Ayastuy «el cristiano», ambos militantes del Partido Comunista Marxista Leninista (PCML), su vida estuvo marcada desde el principio por la lucha contra la opresión. Sus padres fueron secuestrados el 6 de diciembre de 1977, cuando él tenía apenas 9 meses. Ese día, Matías fue dejado con una vecina, quien lo entregó a la policía al día siguiente. Afortunadamente, debido a una serie de factores, como una enfermedad grave que padecía y el reconocimiento por parte de una enfermera, el bebé fue recuperado a tiempo por sus abuelos.
Matías creció con Estela y Guillermo, sus «padres del corazón», y tres primas que lo criaron con amor y sin distinciones. A pesar de la dolorosa historia de su familia, Matías siempre fue consciente de su origen, y a medida que fue creciendo, su búsqueda por entender la historia de sus padres y su identidad se intensificó.
En 2012, la historia de Matías dio un giro inesperado cuando descubrió que su madre, Marta, estaba embarazada cuando fue secuestrada. Una amiga de su madre, que había acompañado a Marta en un examen de embarazo, se acercó a la Conadi para confirmar que Marta esperaba un segundo hijo. Este hallazgo reveló que Matías tenía un hermano o hermana que podría haber nacido en cautiverio, y desde entonces comenzó una nueva etapa en su lucha por encontrar a su hermano.
La militancia y la búsqueda continua
La búsqueda de su hermano o hermana desaparecido ha sido una parte fundamental de la vida de Matías. A través de la campaña colectiva «Vos podés ser quien buscamos», iniciada por Abuelas de Plaza de Mayo, Matías ha estado al frente de esta lucha por la restitución de identidad. «Los primeros años fueron de una intensidad muy grande», recuerda Matías, quien recibió mensajes de personas que creían ser su hermano. Sin embargo, a lo largo de los años, Matías aprendió a lidiar con las ilusiones y frustraciones que conlleva la búsqueda.
La lucha de Matías no es solo por su hermano, sino también por otros miles de niños apropiados que siguen buscando su identidad. «El pañuelo de Abuelas representa la felicidad de un montón de gente cada vez que encontramos un nuevo nieto. Es el legado que nos dejaron», reflexiona Matías, quien reconoce que cada restitución de identidad es un triunfo colectivo.
Un diario y una vida llena de afectos
Matías siempre ha vivido rodeado de afectos. Criado por una familia amorosa, pudo construir una identidad sana y plena, gracias a la atención y la verdad con la que fue criado. Cuando era pequeño, su tía le explicó cómo había llegado a su familia, y siempre supo que tenía dos madres: la biológica y la que lo había criado.
Un regalo invaluable que le dio su abuela Elvira al cumplir 18 años fue un diario en el que ella había registrado todos los acontecimientos desde los secuestros de sus padres hasta los años 80. «Escribía hermosamente, y leerlo era como escuchar su voz», cuenta Matías. Este diario le permitió conocer en detalle el proceso de su rescate y cómo su familia había luchado por su restitución. «Muchos otros nietos no tuvieron este relato como aporte a la construcción sana de su identidad», reflexiona.
El presente y la continuación de la lucha
Hoy, Matías vive en Gualeguaychú, donde trabaja como comunicador en el gremio docente Agmer y sigue militando por la memoria, la verdad y la justicia. A través de su activismo en Madres de Plaza de Mayo de esa ciudad y su participación en la búsqueda de su hermano, Matías sigue luchando por la restitución de identidad y por el reconocimiento de la historia de su familia.
La búsqueda de su hermano continúa, y Matías no pierde la esperanza de que algún día pueda encontrarse con él o ella. Mientras tanto, sigue siendo un ejemplo de resiliencia y de compromiso con la memoria histórica, un símbolo de la lucha de aquellos que nunca olvidarán.