Memorial Salta 2141: la memoria se borda, se canta y se comparte en comunidad

A casi doce años de la trágica explosión que sacudió a Rosario el 6 de agosto de 2013, el espacio de memoria inaugurado en Salta 2141 comienza a tomar nueva vida con actividades culturales abiertas y gratuitas. Este fin de semana, se dio inicio al primer ciclo de propuestas comunitarias con un taller de bordado, y los familiares de las víctimas invitan a todos los rosarinos a apropiarse del espacio desde el arte, la reflexión y la construcción colectiva.

La convocatoria no es simbólica: es una apuesta profunda por recuperar la vida, tal como lo expresa Marcela Nissoria, una de las impulsoras del espacio y viuda de una de las 22 víctimas. «Nuestro objetivo es recuperar lo perdido. Queremos recuperar la vida porque acá se perdieron los sueños», afirmó en una entrevista reciente.

Bordar para sanar

La primera actividad del año tuvo lugar el sábado 12 de abril, con una ronda de bordado coordinada por la artista visual María Blanco. Fue mucho más que una clase de costura: fue un espacio de encuentro, palabra y memoria. Así lo explicó Eleonora López, hermana de Carlos López, otra de las víctimas: «La idea es encontrarse y charlar, dejar un mensaje, una palabra. Se va a confeccionar un libro tapiz para dejar acá en la asociación».

Este taller, que continuará con dos encuentros más, propone una experiencia donde el hilo y la aguja se transforman en herramientas de memoria activa. Cada punto bordado no es solo una puntada estética, sino una forma de construir presencia en lo que antes fue ausencia.

Un espacio vivo y participativo

El Memorial de Salta 2141 fue inaugurado el año pasado, pero recién ahora comienza a abrirse con una programación sostenida, pensada para distintos públicos. Según explicaron sus referentes, también están previstos talleres de RCP, actividades de prevención, y propuestas culturales que van desde el cine hasta la música.

“Hay gente que pasa por la vereda y todavía no se anima a entrar. Por eso la idea es que haya actividades variadas, que convoquen a todos. Estamos hablando con la Escuela de Cine para proyectar películas, y con la Escuela de Música que pronto será nuestra vecina en la planta alta, para que también haya música aquí”, detalló Nissoria.

Además, los organizadores lanzaron una convocatoria abierta a toda la comunidad para proponer nuevas actividades. “Queremos que este lugar esté vivo, que la gente traiga temas para desarrollar. Estamos abiertos a quienes quieran venir a hacer algo por la comunidad”, señaló Nissoria.

Apropiarse de la memoria

El dolor de aquella mañana de agosto sigue presente, pero no paraliza. Todo lo contrario: se convierte en motor de acción, de arte, de comunidad. “Queremos que este sea un lugar en el que la gente se apropie de nuestra memoria”, dice Nissoria. El Memorial no es solo un recordatorio de lo que ocurrió, sino una apuesta por el presente y el futuro: un espacio donde la memoria se resignifica a través de la acción colectiva.

El edificio de calle Salta, antes sinónimo de tragedia, comienza a transformarse en un símbolo de resiliencia y compromiso ciudadano. La propuesta de los familiares no busca el silencio ni la solemnidad eterna, sino el ruido de la vida: risas, charlas, canciones, puntadas, debates.

Queda claro que el Memorial no es solo un lugar para recordar, sino un territorio para construir algo nuevo. En palabras de quienes lo impulsan, la memoria también se baila, se borda, se proyecta y se canta.