Desde la medianoche del miércoles, la empresa Caminos del Río Uruguay deja de operar y mantener rutas nacionales estratégicas, entre ellas la Ruta 174 que une Rosario con Victoria a través del icónico puente interprovincial. Con este cambio, no solo se levanta el cobro de peajes, sino también el sustento de unos 500 trabajadores que quedan en la calle, mientras crece la preocupación por la seguridad vial en uno de los corredores más transitados y complejos del país.
Este martes, trabajadores de la empresa implementan una medida de fuerza con las barreras levantadas, en un intento por visibilizar lo que definen como una «decisión peligrosa» del Estado nacional. El reclamo no se reduce a la pérdida de sus fuentes laborales: ponen el foco en el impacto directo que esta medida tendrá en la asistencia, el mantenimiento y la seguridad para los miles de conductores que a diario circulan por estas rutas.
“La gente piensa que se trata solo de que se deja de pagar el peaje, pero va mucho más allá. A partir de este miércoles no va a haber más servicio. Si hay un accidente, no habrá nadie que pueda asistir. La vida de los usuarios queda desprotegida”, advirtió un trabajador en el programa Cada Día (El Tres), con un tono cargado de preocupación.
La Ruta 174 no es una más. El puente Rosario-Victoria, que forma parte de ese trazado, atraviesa zonas de frecuente niebla, pastizales que se incendian con facilidad y sectores con animales sueltos. Carolina, otra trabajadora del peaje, subraya esa especificidad: “Este puente requiere mantenimiento constante. No es como otras rutas. Nosotros estamos ahí todos los días, lidiando con situaciones críticas. Pero cuando se discute esto públicamente, solo se menciona que no se va a cobrar más el peaje. No se dice todo lo que implica dejar de prestar el servicio”.
La preocupación no es solo por el abandono de tareas clave como la limpieza, el auxilio vial o el monitoreo del estado del pavimento. También por el futuro de las 500 personas que trabajaban para Caminos del Río Uruguay y que, salvo que haya una decisión de última hora, quedan desamparadas.
Desde el gremio que representa a los trabajadores del peaje, la sensación es de impotencia pero también de esperanza: “Todavía creemos que esto puede tener solución. No se trata solo de números. Son personas con familia, con responsabilidades. Hoy somos 500, pero mañana podrían ser más. Necesitamos que se sienten, que haya diálogo y una salida. Como país no podemos seguir dejando gente en la calle sin más”, remarcaron.
Lo cierto es que, por ahora, no hay confirmación de una nueva empresa que se haga cargo del corredor, ni certezas sobre qué pasará si ocurre un accidente o una emergencia en el tramo Rosario-Victoria. La única certeza es el silencio oficial, mientras los trabajadores levantan las barreras, no como gesto de protesta sino como un grito de advertencia.