Con la salida del cepo cambiario ya oficializada y el nuevo esquema de flotación administrada del dólar en marcha, el Gobierno nacional se concentra en evitar una escalada inflacionaria provocada por subas injustificadas en los precios de los productos de consumo masivo. Para contener posibles abusos, se iniciaron conversaciones con supermercadistas en todo el país, a fin de desalentar la convalidación de listas con aumentos desmedidos por parte de los proveedores.
En Rosario, el panorama no es muy diferente. Desde la Cámara de Supermercadistas de Rosario (Casar), su titular Sergio Cassinerio confirmó que detectan una actitud especulativa por parte de algunas empresas proveedoras. “Las empresas más fuertes están en un sondeo permanente de ver cómo hacer para meter algún aumento”, aseguró en declaraciones al programa Radiópolis de Radio 2.
La situación es compleja: los supermercados intentan resistir incrementos sin sustento económico, pero al mismo tiempo enfrentan un problema concreto de abastecimiento. “Nadie tiene stock suficiente como para ir vendiendo mientras termina de arreglar con el proveedor”, detalló Cassinerio, dejando en evidencia la fragilidad del eslabón comercial ante los movimientos especulativos de los formadores de precios.
Como medida paliativa, muchos supermercados rosarinos están activando una estrategia que apunta a diversificar la oferta con segundas marcas. “Estamos buscando productos similares a precios más convenientes y que el consumidor decida en la góndola si va a llevar la primera marca o una alternativa más accesible”, explicó el referente del sector. La intención es defender el bolsillo de los consumidores, pero también enviar una señal clara al mercado: la demanda no está dispuesta a convalidar cualquier precio.
Cassinerio fue tajante: “Nosotros aspiramos a que la realidad los golpee, si es que están ausentes de ella. Hoy no hay motivos: el dólar sigue planchado y no hubo modificaciones tributarias. No se entiende por qué de una semana para otra tienen que generar ese aumento”. Su reclamo se alinea con la postura del gobierno, que insiste en que no existen fundamentos macroeconómicos para nuevos incrementos de precios.
Mientras tanto, el consumo sigue en caída libre. El titular de Casar confirmó que durante el primer trimestre del año se registró una baja real del 20% en unidades vendidas. “No estamos hablando de ticket promedio ni de inflación. Es una caída concreta de unidades”, remarcó. El dato es elocuente y refleja una situación que se extiende más allá del rubro alimenticio.
Lo más preocupante, según Cassinerio, es que esta retracción en las ventas no es pasajera ni responde a un pico coyuntural. “Es una caída que perdura en el tiempo. El consumidor está siendo paciente, está de alguna manera poniendo de sí algo como para que este plan económico funcione. Pero hay un límite”, advirtió.
Desde el sector supermercadista entienden que el sostenimiento de este delicado equilibrio depende de que todos los actores económicos actúen con responsabilidad. Si las empresas proveedoras insisten con aumentos injustificados, ese equilibrio puede romperse y trasladar el costo directamente al consumidor, algo que tanto el Gobierno como los comercios buscan evitar.
En un escenario donde cada peso cuenta, el desafío está en sostener el consumo sin resignar rentabilidad, mientras se convive con un modelo de dólar que flota dentro de bandas pero que, por ahora, no ha desatado una corrida ni una suba significativa. La pelota, ahora, está en manos de los formadores de precios.