La tensión en las calles de Rosario alcanzó un nuevo nivel cuando agentes de la Secretaría de Control fueron agredidos por una mujer cuidacoches, quien intentó prenderles fuego en medio de un operativo de identificación. El incidente ocurrió en Rioja al 2200, en respuesta a reiteradas denuncias de vecinos sobre el comportamiento agresivo de esta «trapito», que había sembrado el temor en el sector.
Todo comenzó cuando los agentes municipales se acercaron para conversar con la mujer e intentar identificarla, tarea que realizaban en colaboración con la Policía de la provincia de Santa Fe. En ese momento, la joven reaccionó de forma violenta, lanzándoles alcohol y, acto seguido, arrojando un cigarrillo encendido con la aparente intención de provocar un incendio.
A pesar del riesgo, los agentes lograron controlar la situación antes de que se produjera una tragedia. Con rápida coordinación, solicitaron el apoyo de la Brigada de Orden Urbano, específicamente de personal femenino, que acudió para colaborar en la contención de la agresora. Tras el operativo, la mujer fue aprehendida y trasladada a la comisaría 2° para el proceso judicial correspondiente.
Este violento episodio subraya la complejidad que atraviesan los operativos municipales en Rosario, donde las situaciones de riesgo parecen incrementarse. Los vecinos de la zona, testigos de la conducta de la mujer en días anteriores, no solo presentaron una denuncia formal ante la Policía sino que también pidieron una orden de restricción para evitar futuros incidentes.
El secretario de Control, Diego Herrera, manifestó su repudio ante lo sucedido: «No vamos a dejar pasar estos hechos de violencia. La situación se generó al actuar rápido ante la denuncia de vecinos de la zona. Continuaremos trabajando como ya lo venimos haciendo con este tipo de operativos, que para nosotros son muy importantes y es parte de lo que nos demandan los rosarinos».
Este caso de agresión a agentes municipales expone un desafío constante en Rosario, donde la labor de la Secretaría de Control y la Policía se ve obligada a equilibrar la seguridad en el espacio público con situaciones de riesgo cada vez mayores. Los operativos de identificación y control, impulsados para responder a las demandas de los ciudadanos, se convierten en un campo donde los trabajadores municipales deben lidiar con amenazas y reacciones violentas en su afán por mantener el orden.