El fuego eterno que custodia los restos de un soldado desconocido volvió a encenderse esta semana en el centro del Propileo del Monumento Nacional a la Bandera, en Rosario. La llama votiva había permanecido apagada durante dos años debido a la paralización de las obras de restauración y puesta en valor del sitio, uno de los emblemas históricos y culturales más importantes del país.
La imagen del fuego reavivado sorprendió a vecinos y visitantes que recorren a diario la zona. Algunos, incluso, no conocían su existencia o la habían olvidado tras tanto tiempo de ausencia. La reapertura del sistema de encendido, aunque simbólica, se convierte en una señal de reactivación luego de una extensa cadena de obstáculos financieros, técnicos y políticos que postergaron la finalización de las tareas de restauración.
La llama, instalada en 1997, simboliza el homenaje a todos aquellos que participaron en el proceso de emancipación nacional. El sitio alberga, además, los restos de un soldado caído en el Combate de San Lorenzo, sin identificar, como representación de quienes lucharon por la independencia argentina. El propio sitio web oficial del Monumento explica que el fuego representa “a los hombres y mujeres que, sin nombre, fueron esenciales en la gesta revolucionaria y a todos los que día a día trabajan por el país”.
Una obra interminable
La restauración del Monumento comenzó a proyectarse en 2015, pero a lo largo de una década se acumuló una serie de promesas incumplidas y anuncios que no se concretaron. La lista de actores políticos que hicieron compromisos —y no los cumplieron— incluye a las presidencias de Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri, Alberto Fernández y Javier Milei.
En cada caso, el proyecto sufrió demoras por falta de financiamiento, conflictos contractuales o desinterés administrativo. La empresa encargada de las obras, Dyscon S.A., paralizó sus trabajos en febrero de 2024 debido a una deuda acumulada por parte del Estado nacional que, según estimaciones, rondaba los 400 millones de pesos. Un año después, en febrero de 2025, se firmó un nuevo acuerdo para retomar las tareas, aunque con apenas 160 millones de pesos de los 400 adeudados, y sin ajuste por inflación ni redeterminación de precios.
Pese a las dificultades, la empresa sostuvo gastos mensuales para custodiar lo ya ejecutado. Invirtió alrededor de 3 millones de pesos por mes en seguros, mantenimiento de obradores y protección perimetral, incluso con los trabajos suspendidos. Parte del personal fue reubicado para no perder mano de obra especializada.
Qué falta por hacer
La reactivación de las obras incluye la restauración de múltiples elementos dañados o deteriorados con el paso del tiempo. Según informó la empresa contratista, aún quedan tareas pendientes como la reparación de las lámparas y ánforas de bronce, impermeabilización de los laterales del Monumento, restauración de la fuente de la proa, limpieza de los altorrelieves “Ideal” y “La Gloria”, reacondicionamiento de accesos a la cripta y tratamiento de esculturas como “Atlántico” y “Paraná”. También se planea intervenir el subsuelo de la nave central y revisar la seguridad estructural de distintas secciones.
En paralelo, ciudadanos y especialistas han reclamado por la reparación de baldosas en el perímetro exterior del Monumento, hoy notablemente deterioradas, así como mejoras en la señalética y accesibilidad del sitio, que es visitado por miles de personas al año, entre turistas, estudiantes y residentes.
Un Monumento con historia de promesas
La historia de la restauración del Monumento está marcada por una larga serie de anuncios que no llegaron a destino. En 2015, la entonces presidenta Cristina Kirchner prometió fondos para una restauración integral, que incluiría la llamada Sala de las Provincias. Sin embargo, el proyecto nunca se ejecutó.
En 2016, el gobierno de Mauricio Macri firmó un convenio con la Municipalidad de Rosario para avanzar con la remodelación. Las obras comenzaron, pero fueron interrumpidas en 2018, con apenas un 30% de ejecución. Alberto Fernández también prometió financiamiento en 2020, pero las obras no se licitaron. Finalmente, en 2024, el gobierno de Javier Milei suspendió todos los desembolsos para obra pública y la restauración volvió a detenerse.
Hoy, con apenas el 40% de la restauración ejecutada y una proyección de costos que ronda los 3.500 millones de pesos para completar el proyecto, el Monumento se enfrenta nuevamente al desafío de sostener el ritmo de obra y asegurar la financiación necesaria para no volver al punto de partida.
Entre la memoria y la espera
El encendido de la llama votiva es, en este contexto, una señal alentadora, pero también un recordatorio de todo lo que falta. No alcanza con una chispa simbólica para reparar el abandono de años. El Monumento a la Bandera, donde flameó por primera vez la enseña patria creada por Manuel Belgrano, sigue esperando una restauración integral que esté a la altura de su valor histórico y ciudadano.
Mientras tanto, el fuego volvió a arder. En silencio, sin banderas ni discursos, pero como un gesto mínimo de reparación en un país donde la memoria suele apagarse con facilidad.